mardi 3 janvier 2017

enero

Después de dos semanas en un éxtasis extraño de felicidad llegó el bajón. Esperado, previsible, acentuado por resaca química, síndrome premenstrual e inicio de catarro. Así que aquí estoy, enfundada en mi sudadera favorita de días depresivos, abandonada a la pereza y a un sofá al que le he puesto una funda de nórdico absurda con motivos de chica adolescente. Y pienso que tengo tanta ansia de felicidad que me asusta la pausa, como si significara aceptar un fracaso.
He paseado por barrios que no conozco, he visto varias películas y me he quedado en silencio, posponiendo para otro día citas y cosas prácticas que no me apetecen demasiado.
Pero a pesar de todo, estoy bastante bien. El marcador está a cero y, otra vez, todo puede suceder.