Voy de un lado a otro corriendo como Ramiro por las calles
de esta ciudad que todavía es desconocida. Todavía fumo pensando en Nacho y
Christina y vomito algún domingo. Tengo buenos propósitos a los que me voy
acercando aunque cada vez confío menos en mi perseverancia. Quiero arrancar todo
el tiempo posible a los días que quedan hasta el fin de mis veintiséis. Y luego
espero querer arrancar el tiempo posible a los días de los veintisiete. Sigo
queriendo filmar con el corazón y el coño. Este año he ganado en ego y en
egoísmo y seguro que en todos los ego-algos que haya. Me he pegado, he dado
ostias, he juzgado y me han acusado de muchas cosas. He aprendido que a veces
hay que poner una media sonrisa para ganar las batallas. Y otras veces hay que
agachar la cabeza, bajar los ojos y escabullirte por la oscuridad de una noche
que nunca empieza, ni a las ocho de la mañana. Ya no confío tanto en las noches
aunque cada vez confío más en mi corazón. En un corazón preparado para
equivocarse, para estrellarse, espero que para desaprender algo. He re-aprendido que el corazón manda. Me he dado
cuenta de que me da un miedo terrible hacerme mayor quizás porque no quiero
dejar de fascinarme por las que son mayores que yo. He comprendido lo que es la
densidad bergmaniana y quiero grabar un corto que se llame Gritando amor.
Il y a 2 ans
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