mardi 7 avril 2015

La chica que conoció a Marc Ferrer

Cuando le vi me encantó. A pesar de que él fuera marica. A pesar, también, de que yo fuera lesbiana. Es cierto que yo todavía creía que me gustaban las chicos, pero también sabía que si me tenía que enamorar de alguno sería, definitivamente, de alguien como él. Y así fue: me enamoré de Marc Ferrer. 

Pasamos de un plano contraplano a conversaciones entre cigarros a intercambios de VHS de Ally McBeal a paseos por París, por Gijón, por messenger, por teléfono, en Telemagik, en nuestro pequeño piso de Nation, en los campos Elíseos, en un taxi que vuelve ebrio del Apolo, en la estación de Atocha, en un camping asturiano, en Calafell mientras te esfuerzas por afinar tu guitarra a pesar de mis chillidos de gato estrujado o en el pisito, ese lugar que encierra nuestros sueños. Contigo siempre tengo ganas de más. Aunque suene a bolero rancio.  

"Todo el mundo debería parecerse un poco más a ti". El otro día leí esta frase, y me pareció una maravillosa declaración de amor. Y pensé en Marc. Y en que siempre estaremos ligados por nuestra mirada, que viene desde el estómago. Y en que no se nos da nada mal salirnos de tono. 

Quiero estar contigo, Marc Ferrer.